martes, 22 de mayo de 2012

Mentiras y despropósitos

Los políticos son gente de letras, y ni siquiera esas las aprendieron bien. No son humanistas, de hecho a duras penas son humanos lo que supongo explica que les preocupe tan poco el resto de la humanidad. Lo que sí que es evidente es que no saben matemáticas. Sólo hay que ver las discrepancias entre los presupuestos que presentan y el resultado final tras su gestión. No sólo eso sino que en sus totales se olvidan de añadir "las que se llevan" y al revisarlos se descubre que ese pequeño error de cálculo refleja que la situación real es incluso peor que sus previsiones (hechas por la cuenta de la vieja). ¿Cómo pretenden hacer números para salir de la crisis si con esos fallos habrían suspendido un examen de párvulos? Es posible que en esa época supiesen sumar y restar, lo que está claro es que después relegaron esos conocimientos al limbo del olvido. Debe de ser que dentro de la manipulación y la intriga no hay lugar para esa asignatura. En vista de los recortes en Educación supongo que tampoco consideran imprescindible la formación en ninguna otra materia. ¿Para qué? Si total, para ser político no se precisa ningún título.

En el caso de los médicos la clase dirigente ha decidido que ampliar su horario laboral según lo aplicado al resto de los funcionarios, aunque alguno más entra en el mismo saco de justificar con ese pretexto un recorte salarial, supondría un incremento de gasto al Estado. La Sanidad gratuita es cara, especialmente cuando se pretende dar una atención con estándares de privada con los recursos disponibles. Si en España hay una décima parte de médicos y camas hospitalarias que en otros países de la Unión Europea, no es posible mantener unas listas de espera de consulta y cirugía a los niveles electorales prometidos. El hacerlo así implica pagar jornadas extraordinarias al personal encargado de realizar el trabajo u, otra opción también en boga es la de vender esas listas de espera a clínicas privadas. Los promotores de esta última idea abogan por ella convencidos de que el paciente estará encantado de irse a operar a un hospital que no ha pisado nunca y en el que no conoce al cirujano que le va a intervenir. Al encontrarse con la "inexplicable" reticencia del enfermo, le convencen con la gran mentira de que, si no lo hace así, tendrá que esperar unos 8 meses más para ser operado. Ante semejante perspectiva ni que decir tiene que consiguen su objetivo con frecuencia y su engañada víctima accede a su intimidación. Por supuesto cualquier complicación que surja fruto de esa intervención será tratada, vía urgencias, en su hospital original porque ese tipo de asistencia no forma parte del paquete contratado. Ahí esta el fallo porque el médico, al enterarse de lo sucedido, le desvela que ha sido políticamente timado.

No acaban ahí los errores de cálculo, ni siquiera en lo que respecta a la reducción salarial comentada. Dado que no es una medida aplicable al sueldo base se decidió detraerla de las horas extras. El problema matemático viene en el momento de contar (con los dedos). La manera de computar esas horas difiere mucho entre unos casos y otros. Así los médicos que realicen guardias presenciales verán descontadas a final de mes 10 horas de su total (la suma de las dos horas y media semanales). Si las guardias son de alerta, las 10 horas se transforman en 20 (porque su retribución es la mitad que para las de presencia, pese a que eso no encaja bien con la suma de las dos horas y media semanales que explica la sustracción en el primer caso). Eso sí, si se descuentan de una jornada extraordinaria: consulta, quirófano, etc... para alcanzar el mismo montante basta con una fracción de una tarde de trabajo al mes que, suele suponer unas 4-5 horas. Eso sí, al parecer sale más barato así que si se tuviesen que trabajar de verdad las 10 horas, incluso aunque se cumplan bajo el concepto de jornada extraordinaria. Está claro que el resultado 10=20=5 no parece muy matemático. Debe de ser que la medicina no son matemáticas aunque, tonta de mí, pensaba que la economía sí que se basaba en estas. También estaba en un error al creer que las cifras debían cuadrar, pero está claro que estaba terriblemente equivocada.

Para dedicarse a la política no interesa saber matemáticas sino arte dramático. Da igual que la lista de espera real sea de 1 mes o de 1 año, lo que interesa es que el paciente ceda. Si el único modo de conseguirlo es el de soltar grandes mentiras, se sigue la filosofía de Maquiavelo y, ya que el fin justifica los medios, el engaño queda disculpado. Tampoco son útiles las cifras a la hora de pensar en valores de tiempo trabajado de jornada ordinaria y de actividad extraordinaria. Ambos términos son conceptos que se rigen por diferentes relojes.

El médico acata las decisiones por tratar de salvar el sistema sanitario que los políticos están empeñados en destruir. Empezaron a hacerlo al descentralizarlo, continuaron con la creación de nuevos hospitales públicos por un grupo de inversores privados, de ahí no hay más que un paso para vender los que son completamente públicos a ese mismo grupo y, una vez en su poder el Estado podrá lavarse las manos y escudarse en que la privatización no es algo en lo que puedan intervenir porque, previamente se han asegurado de que así sea. Tras deshacerse de las listas de espera harán lo propio con los interinos, así no tienen que tener en cuenta sus sueldos y se simplifican los cálculos ¿Saben matemáticas? No muchas pero, al ser de letras, lo que sí que saben es latín.

7 comentarios:

Rafa-MrMagoo dijo...

Sin palabras....

http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=hBPg7pX8FBM#!

Carmen dijo...

Después de ver el vídeo que ha mandado mi marido, estoy esperando el telediario. Me encantará ver la cantidad de chorradas que dice la ministra de educación sobre una política educativa desacertada y una huelga mas que merecida apoyada por TODOS los sindicatos educativos y por los profesionales de infantil, primaria, secundaria y universidad.
Es una pena que un gobierno en el que tantas personas han puesto sus ilusiones siga decepcionándo tanto como el anterior. Comprendo que la economía no acompaña y que hay que reducir gasto entonces: ¿Por qué se siguen abriendo centros bilingües si no hay profesorado preparado para trabajar en ellos? ¿Por qué se realiza las carísimas pruebas de Cambridge en segundo y cuarto cuando hacerlas en sexto sería más que suficiente? ¿Por qué se entregan premios de teatro en inglés de 2000 euros (públicos) a niños de 12 años que recitan en la lengua de Shakespeare a Lope de Vega y que además son de un colegio privado que tiene dinero de sobra para financiar sus actividades en vez de fomentar la pública? Señores: ¡Creo que nos hemos vuelto locos!

Elvira dijo...

Tengo poco que añadir, salvo que además de no saber matemáticas tampoco tienen sentido común. Se están dedicando a gobernar para las empresas...... La democracia no era gobierno de los ciudadanos? Y lo mas increíble es que las empresas están sentadas esperando ver como pueden entrar en los fondos públicos y chupar un poquito del bote, que la cosa esta muy mal y necesitan subvención. Los funcionarios no tenemos ni idea de lo que hacemos..... Ellos son los que saben, por eso están ahí, por méritos, exámenes y otras difíciles pruebas que no se pueden comparar con una oposición. Pues eso..... Así nos va. Solución? Una buena reforma estructural, de esas que no dan votos y liquidan a la mitad de los amiguitos......¿

Anónimo dijo...

Cualquier empresa de entidad, refiriendonos a las que funcionan, el número de cargos directivos, mandos intermedios, jefes de equipos, etc. está calculado en función del número de trabajadores necesarios para conseguir el producto. Si queremos extrapolar al Estado el concepto, aunque no sea comparable una empresa y otra, estamos sobredimensionados en el de políticos que nos gobiernan y eso no es lo peor sino que como bien planteas en esta entrada con un buen ejemplo y amplian los comentaristas una considerable cantidad de estos politicos no están preparadas o en otro caso directamente son unos malvados. Y&G

Mikguel Angel dijo...

Hace no mucho, un amigo alemán de una compañera se extrañaba y escandalizaba del tono despectivo con el que nos referíamos a ciertos políticos. Él entendía que un político es una persona muy, muy preparada para el cargo que desempeña, con una voluntad de servicio y una honradez fuera de toda duda, salvo el inevitable garbanzo negro que siempre se cuela en el cocido.

Cuando le explicaron el fenómeno Leire Pajín, no daba crédito (no, no era banquero): no entendía que alguien así pudiera tener un puesto de la mínima responsabilidad.

Y lo peor es que hay hay iluminados con carreras universitarias, como si esto bastase, que en vez de ideas tienen ocurrencias, las publican en un boletín oficial... y a ver que pasa. En vez de medir dos veces antes de cortar, cortan directamente y luego encajan los trozos aunque sea a martillazos.

Mientras sigamos asistiendo impasibles a este lamentable espectáculo y reservemos nuestras críticas a la catarsis del café, seguiremos mereciéndonos los gobernantes que tenemos.

Jose Manuel Estrada dijo...

No es la crisis, deberíamos decirnos todos, idiotas (emulando aquella famosa frase de es la economía, imbécil). Es un cambio de modelo, y ha venido de perlas la crisis para destrozar el sistema público de enseñanza y el sanitario, para entregar las joyas de las coronas a los amigos de mis amigos.

GPG dijo...

Qué razón tienes en todo lo que dices. Lo sorprendente es que el 90% de los médicos han votado a estos elementos y ahora se llevan las manos a la cabeza...