domingo, 8 de julio de 2012

Dentro del rebaño

Hay una máxima fundamental que no debo olvidar NUNCA: mi carácter no me permite participar en viajes organizados, sobre todo si dentro de la programación del mismo se incluye el tener que realizar actividades dentro del rebaño. Mi opinión sobre el resto de la especie humana se ve seriamente afectada si sucede esto, y no debe de ser bueno desengañarse tan bruscamente (se corre el riesgo de acabar en shock).

Tras la reciente experiencia he elaborado una lista de individuos a evitar una vez atrapada dentro de estas circunstancias:

1- Maleducados que ya en el mismo aeropuerto te avasallan en la espera de maletas para hacerse con la suya, que arrastrarán por encima de tu cadáver tendido exánime sobre la cinta transportadora tras haberlo arrojado a ella sin más contemplaciones. Lo bueno de que muestren sus cartas desde el inicio es que, al verles acercarse, se está preparada para huir con suficiente antelación.

2- Guías de preescolares con explicaciones históricas al nivel de Barrio Sésamo, aunque en vista del percal de su público universitario se comprende que se vean obligados a trabajar desde las bases. Si se acompaña de terror al silencio con una megafonía ensordecedora, por si alguno pretendía desconectar para echarse una cabezada en el trayecto, el deleite es completo.

3- Epis preguntones que no han entendido la lección y que no disponen de un Blas al lado para que se la repita.

4- Sabihondos listillos que corrigen el esforzado español de los locales, sin previamente haber autoescuchado su propio inglés (claro que con su filosofía lingüística ¿para qué van a molestarse en aprender otros idiomas?) ¿Por qué no canalizan sus impulsos en el caritativo papel de Blas y sirven de cicerones al Epi de turno? Más de uno lo agradecería (al menos una que yo conozca).

5-  Figurines que viajan con 3 maletas para tres días, todas llenas con sufrida ropa de marca y zapatos aptos para afrontar el variado clima escocés, con sus nieblas, lluvia, inundaciones y frío. Si va a ser verdad lo que aseguran algunos, que sólo hay que mirar el calzado del individuo para saber de qué pie cojea. Seguro que los taconazos de ante con plataforma resultan muy útiles a la hora de caminar por el empedrado de la ciudad medieval de Edimburgo, y estoy convencida de que los escoceses alabaron el gran diseño de unas apropiadas zapatillas, no sé si escogidas para la ocasión, decoradas con la Union Jack. Quedaron tan impresionados que se están replanteando si celebrar el referendum sobre su independencia programado para dentro de dos años. ¡Pensar que no van a poder lucir unas similares más que como turistas, en vez de como miembros del Reino Unido, les aflige sobremanera!


6- Cocineros con ínfulas y renombre que pretenden demostrar cómo se puede elaborar una cena de rancho, que sea a la vez barata y deliciosa. ¿Qué mejor que la cerveza china en lugar de la bazofia de malta autóctona? 1000 millones de chinos no pueden estar equivocados. Si no se gasta gas ni electricidad a la hora de preparar unos espárragos es porque se pretende que queden crujientes. Otros méritos culinarios: pasar un arroz hasta convertirlo en un puré grumoso con mantequilla y nata es un risotto, inundarlo de cilantro es para darle el apellido de "a las finas hierbas" y, para el que no lo sepa, la platija (o acedía) es un pescado poco reconocido, ni reconocible, típico del Mar del Norte. El fracaso está servido, lástima que sea en el plato del pobre comensal.

7- Aspergers subclínicos rebrotados (muchos como la menda que suscribe y dudo que nadie se animase a organizar viajes en manada, claro que también dudo que encontrasen clientes que se apuntasen a ellos). Por mucho que me descarriase en mi huida en busca de aire, no me quedaba más remedio que regresar con el resto cuando llamaba el pastor de la guardería, reintegrarme al rebaño y balar obedientemente como un borreguito más.

1 comentario:

El tito Paco dijo...

Lo que no se debe hacer es ir en viajes organizados para españoles o en grupos de españoles. Hay que buscar una compañía local porque así se mezclan turistas (uno es un turista, en esas ocasiones, reconócelo) de variadas procedencias. En ese caso los españoles se ponen todos en el mismo grupo y, si uno tiene buen cuidado de no hablar nunca español, puede escapar inicialmente. Luego, cuando se les ha oído, uno decide si recobra su lengua materna o sigue en otra toda la excursión. He comprobado que esta estrategia la siguen otras personas, no es sólo del firmante. Si se identifica a ese colega, se puede hacer un amigo para toda la vida.
Y se te ha olvidado un detalle: gritar de una acera a la otra, con voz capaz de llegar de Trafalgar Square a Picadilly Circus: "¡Pepe, una camisa como la del primo Facundo y más barata!". Elijo el nombrecito porque (hecho real) ya puede suponer uno cómo suena el vocativo del nombre abreviado gritado a pleno pulmón en un país anglohablante: "¡Facun, Facun!".