miércoles, 25 de julio de 2012

TARTA DE SANTIAGO

Cuando estuvimos en Santiago, además de visitar lo típico, me dediqué en mis madrugones habituales a investigar otras zonas, algo inexploradas, aunque muy bonitas. De hecho, una mañana, tres amables personas me acabaron preguntando si me había perdido y si necesitaba indicaciones. Les agradecí su interés y les expliqué que sólo estaba reconociendo el terreno. Como eran gallegos no sé qué idea se forjaron de mí  y de mis tempranas excursiones. Afortunadamente no podían saber que eso de salir apenas asomaba el sol, o estaba en ello, formaba parte de la rutina de mis vacaciones, y que habitualmente callejeaba por la ciudad de turno bajo la luz del amanecer, armada con un buen mapa. Ese día en concreto, había decidido recorrer el paseo por la orilla del Sarela, un riachuelo muy bonito que muy poca gente conoce, salvo los locales y posiblemente no todos. Una vez comprobé que merecía la pena, pude ejercer de guía y recomendárselo a mi señor esposo, al que también le gustó mi descubrimiento.

Algo más conocida que ese perdido paseo es la Colegiata de Nuestra Sra del Sar. Según mi Dr. House tengo necesidad de ver todas las malditas piedras de todas las benditas iglesias de cada sitio al que vamos. Opina eso porque él no ha hecho ningún viaje con mi padre. A su lado, soy una aprendiz. Pese a sus reticencias, le arrastré a ver las piedras de esta. Se trata de una iglesia muy curiosa, de estilo románico del S. XII pero debido a que el terreno en el que se construyó es pantanoso, a partir del S. XVII empezó a inclinarse y a amenazar ruina. Primero la apuntalaron y, después, en el XVIII, le pusieron unos arbotantes para sostenerla. Aunque la sujetaron, no corrigieron la angulación ya existente, por lo que tanto las paredes como las columnas están algo más que inclinadillas. Tiene un claustro que conserva una parte románica muy bonita y que está tan devotamente reclinado como el resto.

Dentro de los circuitos turísticos habituales se encuentra la iglesia de San Martín Pinario, que alberga en su interior el antiguo coro de la catedral. Su singularidad consiste en lo que "no tiene": carece de torres. Esto es debido a que está situada, en la colina de Santiago, por encima de la catedral. Los torreones, aunque estaban inicialmente diseñados, quedaron amputados en la fachada, para así evitar que fuesen más altos que los de la catedral. Lo mismo pasa con su entrada. Para impedir que quedase a mayor altura de la que debía, fue necesario excavar una plaza y una serie de escalones de manera que, en vez de ascender hacia el cielo para entrar, como suele ser habitual, supone que hay que descender, eso sí, sin pasar del Paraíso terrenal. Mucho predicar la igualdad en el cristianismo y luego una se encuentra con este tipo de detalles que dejan patente que, toda esa equidad, es sólo de boquilla. Mientras tanto todos los peregrinos se dejan los pies en el camino, sin darse cuenta de que, lo más apropiado, sería venir en limousina para honrar como es debido a la catedral.

La tarta de Santiago no tiene la culpa de las tonterías de la Iglesia y es, desde siempre, una de mis tartas favoritas. Esta receta me la dio una estudiante de medicina que rotó por el servicio cuando yo aún era residente. Es la más sencilla que conozco y está buenísma. Curiosamente, la mejor tarta de Santiago que he tomado no ha sido en Galicia sino en Salamanca, en la Pastelería La Industrial (Rua Mayor 8, muy cerca de la Plza Mayor). Es cierto que, cuando estuvimos en Santiago y comimos en Marcelo (con su merecidísima estrella Michelín), nos pusieron una bica de postre en vez de este dulce tradicional, por lo que no puedo compararla con el producto de un lugar de renombre en la ciudad de origen. Tras mucho indagar conseguí la receta de aquella famosa bica, que ya transcribí en otra entrada.


TARTA DE SANTIAGO

INGREDIENTES
200 gr almendras,
100 gr azúcar (en la receta original son 150 pero me resulta algo dulce)
3 huevos
Ralladura limón

ELABORACIÓN
Moler la almendra.
Añadir el azúcar, la ralladura limón y los huevos batidos espumosos (a temperatura ambiente o sobre una fuente de calor para que suban más).
Mezclarlo todo.
Verter en un molde bien engrasado con mantequilla.

COCCIÓN
Horno medio por abajo 10-15 min y luego horno fuerte por arriba para dorarla.
Al sacar, espolvorear con azúcar glas.
Se puede usar alguna plantilla con un dibujo para decorar o simplemente cubrirla con almendras laminadas.

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