sábado, 8 de junio de 2013

Parecidos


Los sábados por la mañana, o algunos domingos si la guardia no me permite ir el sábado, me acerco a visitar a mi abuela a su residencia. Soy su nieta favorita, no por ningún mérito personal, ya lo era antes de ir a visitarla, sino que ese favoritismo se debe a algo visceral. Se supone que la confianza surge casi instintivamente ante alguien en el que nos reconocemos, con el que compartimos rasgos o gestos, y mi abuela afirma, desde mi más tierna infancia, que me parezco a ella. Ambas somos de fácil trato (ejem), pacientes, comprensivas, compasivas y sutiles en nuestras críticas e insinuaciones.

El parecido físico con mi abuela es motivo de orgullo, así que me hincho como un pavo cuando alguien lo señala. Mi abuela era una mujer muy guapa, y aún a sus 95 años conserva buena parte de su atractivo además de aparentar bastante menos edad de la que figura en su partida de nacimiento. Posee una belleza muy de los años 50, y no es su hermosura, sino ese estilo de estética, algo retro, en lo que consiste mi herencia. No me puedo quejar, es una buena base sobre la que trabajar y, tras una serie de trucos adquiridos con la práctica, he aprendido a sacarme el suficiente partido como para ofrecer una imagen presentable. Insisto en realzar los ojos, marcar los labios y lo fundamental: esconder cuanto pueda mi nariz (tarea nada fácil porque no sólo es grande sino que tampoco comparte su forma con la de mi abuela). Tras el arreglo, cuando me sale bien, hay hasta quien me ve incluso "mona", pero el mérito es del pincel, no del lienzo. Sin trabajo es mejor no mirarme demasiado, de hecho el pintalabios (rojo) va conmigo a cualquier lado para evitar asustar involuntariamente a nadie. Mis labios sin cosméticos son demasiado pálidos y el color del rouge se puede extender también por las mejillas para lograr un aspecto saludable. No es que sea simplemente pálida, es que se olvidaron de colorearme.

Son muchos los nietos que recuerdan a sus abuelos aunque no compartan con ellos más que el 25% del material genético. O bien en el proceso de meiosis el espermatozoide paterno culpable de mi futura aparición sólo portaba DNA de su madre, mi abuela paterna, o bien le tocaron en el reparto los genes dominantes (hecho que se ajusta bastante bien al temperamento de mi abuela). Tras ver viejas fotos familiares la responsabilidad cabe asignársela también a mi bisabuelo, cuya hija es la versión femenina de él.

Los mencionados genes dominantes de mi antepasada decidieron hacer honor a su condición y tomar, en lo posible, el mando de la progenie de mis padres. Empezaron conmigo, la primogénita, y se las apañaron para darle a mis rasgos un aire similar a los de ella, aunque menos perfectos (al fin y al cabo era el primer intento). El siguiente experimento fue hermanísima, el conjunto salió mejor aunque el parecido era menor. El hermano era chico, así que sacó un poco de cada lado. Con hermanita se tomaron su tiempo y se esmeraron: hicieron bien los rasgos, incluso la nariz, todos perfectos y sin errores, e incluso se atrevieron a innovar y pusieron un toque más de azul en los ojos y aclararon el tono rubio del pelo (cosa que ya habían probado, con gran efecto, en hermanísima).

Como resultado final las tres hermanas nos parecemos a mi abuela paterna sin por ello asemejarnos demasiado entre nosotras. Mis hermanas son preciosas mientras que en mi caso sólo tengo arreglo. Si alguien cree que exagero (¿yo?) o padezco de modestia (tras leer el blog dudo que nadie esté predispuesto hacia esa opinión) sólo tiene que hacer la prueba de fuego (mejor dicho de agua) y mirarnos a las tres juntas tras asomar la cabeza mojada y la cara limpia de la piscina. La elección se decantará hacia cualquiera de mis dos "h", sin discusión. En el caso de que sean mis primas, de la rama materna, las que llenen la piscina, el espectador tendrá la sensación de contemplar una auténtica exhibición de sirenas. En ese caso es mejor que me dé la vuelta y me sumerja para que sólo se aprecie mi larga y rojiza cabellera.

2 comentarios:

Elvis dijo...

Tras una semana trabajando como loca, el menino enfermo y preparando todo para el viaje, el color de mis ojeras contrasta con el color flexo de mi cara dando un resultado muy poco estético! Este post me ha subido la moral, he pasado de mirarme al espejo porque me gusta mucho más verme a revés de los ojos de mi hermana! Besos

amigademadre dijo...

Es lo que es tu físico para mí: una larga y abundante melena roja. No la abandones nunca ni aún cuando seas abuela. Bss.