miércoles, 12 de octubre de 2011

El Pilar

 Hay gente que de puro buena es inocente. No se les ocurre jamás pensar que exista algo que, engañosamente, se suele conocer como "segundas intenciones" y que, en realidad, suele tratarse del objetivo principal. Claro que no son argumentos que admitan ir con la verdad por delante ya que distan de ser beneficiosos para el individuo al que se trata de engatusar. Mi tía Pili era así: nunca caía de pie pero, su optimismo era de tal calibre, que ella pensaba que sí que lo hacía y se levantaba inmediatamente sin apenas percatarse del golpe. En mi época de adolescente acneica, en la que mi ingenioso padre me llamaba "paellita" (cariñoso apelativo que contribuyó sobremanera en reforzar mi autoestima y eliminar mis complejos), ella me cogió bajo su ala. Se sacó el título de esteticista y me aplicó todos los tratamientos que pensó me podrían funcionar. Se entregó a aquella desagradecida tarea con entusiasmo. Supongo que de ahí procede mi interés posterior en experimentar diversos, y singulares, trucos de belleza. Mi aspiración por entonces en ese sentido era la de pasar desapercibida, si no me veían, tampoco notarían mis granos. Lo que más me alivió fue el hecho de sentirme comprendida. Si era viernes, me quedaba con frecuencia a dormir allí con mi prima Pili, que ha heredado el mismo corazón de su madre.
Disfrutaba al sentirse útil y le gustaba tratar a la gente. Esto la empujó a sacarse el título de Podología y, armada de éste se fue a Canarias donde, la luz y el mar, casaban mejor con su carácter que la contaminación y el ruido de Madrid. Allí fue feliz. Se distanció de los contratiempos. Encontró además una buena persona, tan inocente como ella, que valoraba sus virtudes y la adoraba por ello, y viceversa.
Se pasó dos años peleando contra un cáncer plenamente convencida de que se curaría, al igual que había logrado triunfar en el resto de las facetas de su vida. Hoy, día de la Virgen del Pilar, sería su santo y necesitaba escribir mi pequeño homenaje de agradecimiento y enviarle una felicitación a mi prima.

2 comentarios:

Pili Marcos Jr. dijo...

Es un homenaje precioso, que le habría encantado, a una de las personas mas extraordinarias que algunos hemos tenido la suerte de conocer e, inevitablemente, querer.
Gracias

Carmen dijo...

La verdad es que jamás la he visto enfadada y nunca olvidaré el Belén de arcilla que hicimos en su casa con una pintura que quedó brillante al meterla en el horno.
¡Era una persona especial!