lunes, 24 de octubre de 2011

PATATAS FRITAS PERFECTAS

Ayer, el día amaneció tan desapacible que incitaba a refugiarse en casa. Eso es, precisamente, lo que hice por la tarde. Sin embargo, mis planes matutinos, no eran nada compatibles con una jornada de descanso dominical. Para empezar, cumplí con mis funciones de médico de la familia y, a primera hora, le puse la vacuna de la gripe a mi madre (yo me vacuné el viernes en el hospi, que no quiero ni pillar ni contagiar nada a nadie. Soy una gran admiradora de Mr. Jenner y de M. Pasteur).
Después comenzó mi mañana de trasiego. Interrumpí el merecido reposo del coche en el garaje, el pobre ni se quejó, y me fui a visitar a mi abuela a la Residencia. Llegué en un momento álgido, con todos los ancianos reunidos en la sala de la tele mientras escuchaban la misa del Papa. La escena me dejó desmoralizada. Viendo el panorama, comprendí perfectamente la falta de ánimo de mi pobre abuela que, lógicamente, no rezuma felicidad por su persona. Nunca se ha caracterizado por su radiante alegría pero siempre ha tenido una entereza a prueba de bombas que últimamente pierde en ocasiones, y no sin razón. Afortunadamente la misa estaba terminando y, tras los aplausos por el espectáculo en la Plaza de San Pedro, abandonamos la deprimente sala. Mi visita la animó bastante. Se había terminado la última de mis historias, lo que nos proporcionó un buen tema de conversación. Además de mantenerla aislada y entretenida en su cuarto, el cuento le ha servido de risoterapia. Tiene algunos capítulos bastante cómicos con los que se sentía identificada y que, de hecho, se los ha leído varias veces de lo que le gustaban. 

Desde allí partí hacia Tres Cantos a ver a mis tíos que habían subido de Linares a pasar el fin de semana con mis primos y sus nietos. Nos tomamos un generoso aperitivo en la Tablita Argentina donde, entre otras cosas, pedimos una ración de patatas fritas PERFECTAS. Tras varias teorías sobre su elaboración, preguntamos y, la que había acertado con el truco de su cocción, resultó ser una menda. Es por ello por lo que, a petición de mi cuñado, escribo esta entrada en la que explico cómo hacer las patatas fritas de manera que queden blanditas por dentro y crujientes por fuera además de poco aceitosas.

RECETA de PATATAS FRITAS

Cortar las patatas en trozos más bien gruesos, de ese modo, la superficie expuesta al aceite es menor y absorberán menos grasa.

La cocción tiene dos fases:

1. Primero se fríen las patatas a 150° durante 8 ó 10 minutos. Es importante que no superen esta temperatura, así se fríen (no se confitan) pero sin que el agua quede atrapada en su interior por lo que evita que luego se puedan reblander.

Se retiran del fuego, se escurren bien para quitarles el aceite sobrante y se dejan reposar (pueden enfriarse que no pasa nada)

2. Se vuelven a freir unos cuatro o cinco minutos, pero esta vez a 180°. Se dorarán y quedarán crujientes y secas, pero con una textura muy aireada, casi como de soufflé.

Curiosidad histórica:

El origen de este método de cocinar las patatas parece estar en Bélgica. Se supone que fueron los americanos los que, con su nociones erróneas de Geografía, al probarlas en Bélgica se las atribuyeron a los franceses. Total Europa es el Viejo Mundo y Bélgica un país pequeño que asumieron debía de ser una región más del norte de Francia. Los belgas defienden a capa y espada su autoría. Tanto es así que, en la ciudad de Brujas (foto), existe un Museo de la Patata Frita.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Te leo siempre,Sol.
He disfrutado enormemente con lo que nos has contado de tu infancia,de tus hermanas,de tus lecturas.
Ha sido un placer reencontrarte y conocerte.
Un beso de Elisa y mio. Elia.