sábado, 26 de mayo de 2012

La evolución del romance (II)

"Frog Prince"
Janet and Anne Grahame Johnstone
La idea de romance en la mente femenina difiere bastante de la que se desarrolla en el cerebro de los varones. Eso da lugar a infinidad de malentendidos, novios despistados que se creen las frases de: "no hace falta que lo hagas cariño" o la versión del "no me pasa nada" y el más peligroso aún "¡si no estoy enfadada!" ¿Qué ocurre en la razón, y en la sinrazón, de las mujeres para que se contradigan de esta manera? El complicado proceso atraviesa distintas etapas:

Primera fase: su mamá y su papá. Más ecuánimes desde bebés, reparten su cariño entre ambos progenitores. Tanta complicación a esa edad tan precoz deja su huella en el subconsciente. Pueden ser víctimas del complejo de Edipo y del de Electra, para regocijo del Dr. Freud.

Segunda fase: el hermano de su mejor amiga. Las amigas son fundamentales e inseparables. Lógicamente, por adhesión a ésta, el mejor candidato a "novio de infancia" se encuentra dentro de este círculo.

Tercera fase: el príncipe azul del cuento (con todas las secuelas posteriores). Libros, películas y los peligrosos cuentos de princesas, para que la niña se duerma, en ese momento del día tan idóneo para integrarlos en los sueños. Se hace honor a la frase de Calderón de "la vida es sueño", y se toman estos como realidad. El problema es que la figura del hada madrina no suele presentarse, y sin ella, difícilmente se alcanza con éxito el final del cuento.

Cuarta fase: el "chico popular". Por regla general su popularidad no está relacionada con sus buenas cualidades de inteligencia y carácter, sino con su aspecto físico, que encaja con el del "héroe" de la etapa anterior.

Quinta fase: el "villano". Sí, sí, tal como suena. Las mujeres somos así de tontas. Creo que tiene que ver con el instinto maternal mal entendido: hay que reformar al pobre niño malo y, éste, se aprovecha de semejante idea para hacerse el incomprendido y pretende, y lo que es peor, consigue con frecuencia, que se crean que su carácter no es más que una máscara y que, debajo de esta, hay un corazón de oro que espera ser descubierto. Ni Colón habría descubierto oro en ese órgano, que suele ser duro, sí, pero de piedra negra y con la propiedad de escaldar a la que se acerca. No necesitan una dulce princesa, sino una buena bruja con su "magia negra" que es la única fémina capaz de afectarles, y no por amor a ella, sino por su pundonor frustrado al no poder vencerla.

Sexta fase (a la que no todas llegan): Se supera la estúpida idea de "ya cambiará, gracias a mi influencia" y en su lugar aparece la de: "te quiero tal como eres", por supuesto no aplicable a un villano o se saldrá no sólo escaldada sino más quemada que un ninot tras las Fallas. Es fácil querer a una persona por sus virtudes. Hacerlo también por sus defectos no es tan sencillo, pero estos también forman parte del individuo y, en determinados momentos, hasta se agradecen. Nadie es perfecto.

(Continuará)

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