lunes, 21 de mayo de 2012

Los hijos de los amigos

El tiempo pasa sin que nos demos cuenta de ello. Uno de los hechos que nos hace tomar conciencia de su transcurso es el de ver crecer a los hijos de familiares y amigos.

Conocí a Bea cuando era tan sólo una preciosa y graciosísima bebé de 15 meses. Su sonrisa era una muestra patente su naturaleza viva, inquieta, simpática y parlanchina. Supongo que, por contraste, cosa que suele suceder entre hermanos, su hermana mayor, de 3 años, era ya en aquel entonces mucho más seria y reflexiva. Siempre asocié el carácter de ésta última al mío, aunque ella es con diferencia más dulce y posee mucho más encanto, y el de la peque al expansivo de hermanísima. El tiempo se ha encargado de demostrar que no me faltaba razón. Tanto le gustaba hablar que su madre la envió a clases de canto para entrenar su voz en otros menesteres y, de paso, obligarla a que cuidase sus cuerdas vocales. Afortunadamente tenía dotes para ello y sus prácticas no fueron una sucesión de gallos que torturaran a su familia e hicieran que mi amiga se arrepintiese de su decisión, sino todo lo contrario: sus logros le suponían un gran motivo de orgullo. De ahí también surgió su vocación y, haciendo gala de su mentalidad práctica, decidió estudiar logopedia. La vida del bel canto es sacrificada y competitiva y, en este otro campo, sus conocimientos le resultarían igualmente útiles y su dominio de idiomas le ofrecerían una cierta ventaja a la hora de acceder al complicado mercado laboral.

Al llegar el momento de escoger las prácticas podía decantarse por la parte rehabilitadora o por la docente. En la primera ya tenía cierta experiencia, pero no así en la segunda. Le recomendé que se pusiese en contacto con hermanísima que, seguro, le iba a encantar su método de enseñanza. Así lo hizo y así ha sucedido. Su carácter ha encajado perfectamente, lo que, además de previsible, no era algo difícil ya que ambas son la simpatía y la afabilidad en persona. Las dos pasan juntas las tardes de los jueves rodeadas de pipiolos que, pese a esforzarse al máximo, no consiguen superarlas en locuacidad. Aún así debo reconocer que, en lo que respecta al uso del don de la palabra, hermanísima aventaja con mucho a Bea, y a cualquiera. Eso sí, en cuestiones de canto es indudablemente Bea la que sobresale.

Cumple 20 añitos y, aunque hayan pasado 18 años largos desde que la vi por primera vez,  parece que fue ayer cuando la llevaba en brazos durante aquella primera visita que hice con ella, su hermana y su madre al Monasterio del Escorial. ¿Estaré empezando a chochear? ¿Será ese el motivo de exponer batallitas en el blog?

¡FELIZ CUMPLEAÑOS BEA!

3 comentarios:

Carmen dijo...

Como bien dice mi hermana, Bea empezóa trabajar conmigo (mañana, mediodía y tarde) hace unos meses. No puedo decir cuántos ya que parece que hayamos compartido aula todo el curso. Ha encajado perfectamente con los chiquillos, con las auxiliares, con los compañeros...¿Qué puedo decir? Es una chica dulce y cariñosa, parece más la tía joven y cariñosa de los niños que su profe y yo soy mas bien la bruja mala o la buena, aunque siempre la bruja,(dependiendo de como se porten). ¡Parece mentira el poder que da el poner las notas!
Sólo puedo desearle que siga siendo igual de dulce, de cariñosa, de buena gente y de comprometida con lo que hace. ¡Feliz cumpleaños!

Anónimo dijo...

Muchísimas gracias Sol!!! Me ha encantado, sobre todo que hagas la comparación entre Carmen y tú y mi hermana y yo jaja es genial!
y pensar que mi primer recuerdo tuyo es de un cumple al que trajiste una tarta de chocolate... Pensaba que eras mi segunda madrina jaja
Y de tu hermana tampoco puedo decir nada que no sea positivo, gracias a ella he aprendido muchísimo y lo sigo haciendo todos los jueves entre risas, niños y actividades novedosas y entretenidas
Gracias otra vez, a las dos! Un beso muy fuerte,
Bea

Anónimo dijo...

Sol, me ha encantado esta publicación! Tú siempre tan detallista. :) Espero verte pronto. Tendrías que venirte algún día a tomar algo a casa. Entre semana no puedo quedar por Madrid porque trabajo en las afueras. Un abrazo muy fuerte, Sofia