jueves, 17 de mayo de 2012

Venganzas sonoras


Hay crímenes musicales que no deberían quedar impunes. Un buen escarmiento sería el de someter al autor y/o perpetrador del atropello en cuestión,  a ser torturado con su propia música, sin tregua ni piedad, durante el resto de los días de su vida. Seguro que muchos suplican por la pena de muerte al cabo de un par de semanas. Hay casos tan insufribles que sentenciaría directamente con el paredón. Ese escarmiento ejemplar habría que aplicarlo al engreído ex-cantante, si es que cantó en algún instante, de los autoproclamados "héroes del silencio" y que sin lugar a dudas habría hecho mucho mejor, si haciendo honor al nombre, hubiese permanecido callado para siempre.

Por desgracia la música chabacana no se limita tan sólo a la "música de boda", ocasión aprovechada por las discográficas para sacar beneficio de la felicidad del momento y colocar en el mercado piezas absolutamente infumables.  Los "grandes" DJs son otros que tal bailan. A un "entendido" se le ocurre alabarles, y a renglón seguido, son asediados para rayar discos y machacar oídos en cualquier local o fiesta que se precie. ¡Incluso graban sus aberraciones con gran éxito de ventas! "Paquito el chocolatero" debería ser la pieza escogida para enmendar el gusto musical de todos esos "pinchas" que disfrutan imponiendo sus creaciones al indefenso auditorio. En el caso concreto de los autores de esta canción la condena tendría que ser continua y a perpetuidad.

Otro de los que se merece un escarmiento similar es el  empalagoso de  Kenny G. Hace poco encontré una versión en la que destrozaba de forma infame e imperdonable el insuperable "Wonderful World" de Louis  Armstromg. Si algo es perfecto no es conveniente "versionarlo" y muchos menos con los penosos cánones musicales del mencionado soplaflautas, que sólo por esa abominación tendría que acompañar al ex-héroe al el patíbulo. Otro soplagaitas es el electrónico Hevia. No sé ni cómo es capaz de grabar sus discos salvo que padezca de amnesia inmediata, ¡jamás un sólo compás dio tanto de sí!

Los "remix" son el prototipo de cómo combinar canciones para destrozarlas irremisiblemente. El resultado es siempre atroz, independientemente de si en su origen eran buenas, decentes o malas. Las versiones lolailo de los clásicos pop son otro ejemplo. Pese a todo ello suenan sin parar en los bares, discotecas, ferias y celebraciones para terminar de descerebrar completamente a los presentes ¡Cómo si fuese necesario alguna ayuda para conseguirlo! Las escasas neuronas que funcionan, ocasionalmente, en los pocos que poseen un atisbo de cerebro pierden sus frágiles sinapsis ante la agresión. No sé quién tendrá interés en que el mundo no piense, pero desde luego, ha hallado el sistema.

1 comentario:

Mariajo dijo...

Grumpy, hoy no puedo estar más de acuerdo contigo. Amén!!