sábado, 15 de diciembre de 2012

La llegada de supersobrino (por el superabuelo)

Desgraciadamente me perdí la actuación estelar de hermanísima en el aeropuerto, durante la espera a supersobrino.  Sé que lo que aquí se transcribe es fiel a la realidad, el superabuelo no tiende a exagerar y, además, no en vano llevo más de 40 años padeciendo los arranques de entusiasmo de hermanísima (los peores, con diferencia, tienen lugar en Reyes). Confieso que yo también tengo esos mismos arranques, debe ser una tara genética, aunque, no sé si por suerte o por desgracia, no solemos coincidir en uno de esos intensos momentos. Es posible que el mundo no nos resistiese a las dos de apasionadamente de acuerdo. Aquí va la narración del superabuelo, que colgó como comentario tras el evento, pero ahí no todos la leerán. 

El retraso del vuelo le ha permitido a hermanísima llegar antes que el avión, milagro quizás debido a connivencia con la línea aérea. Una vez llegada y tras saludar a los presentes como si no nos hubiese visto en varios años y en medio de las protestas de sus hijas, que querían seguir en el grupo familiar, decidió irse al otro extremo, "porque van a salir por ahí". La espera se prolongaba y, naturalmente, eso de estar sola en una esquina con las niñas no se ha hecho para hermanísima, que decidió recuperar la posición, solo que al otro lado de la barrera que contiene a las hordas expectantes.

El tito Paco, como era de suponer, tardó una décima de segundo en reordenar las filas, observando, con notable falta de consideración,en voz alta, que si todo el mundo hacía como ellas, aquello iba a ser un desastre (pensó otra palabra, pero no la dijo).

Las chiquillas, obedientes a la voz de mando, pasaron al lado correcto de la barrera, mientras que hermanísima decidió colocarse en el extremo desde el que se obstruye la salida de la mitad de los pasajeros. En posición felina, pronta a abalanzarse sobre el objeto de sus deseos, esperó en tensión mucho más tiempo del habitual, con gran sopresa de todos. En su rostro se dibujaba esa conocida sonrisa que nos hace poner cara de que no la conocemos (por usar la figura etimológica).

No bien hubo traspasado el carrito que llevaba a supersobrino el umbral de la salida de pasajeros cuando, con un salto felino, hermanísima cubrió todo el cochecito, al niño, a la mamá y, si no fuera tan grande, al papá. Todo ello en una fracción de segundo. 

La parte buena es que, cuando los demás, a paso algo más rápido de lo habitual, llegamos a ver si quedaba algo de las criaturas, el ansia inicial saciada, el tito Paco firmemente dispuesto a hacer valer sus derechos y los demás a no perder gotica, se estableció un ordenado desorden, en el que la criatura, que premió a su abuelo con una sonrisa que parecía querer decir: "alguien normal" (angelico), no incurrió en el trágico error de ponerse a berrear, sino que, sabiendo en qué familia había caído, se dejó tocar, besar, achuchar y amasar por el amoroso grupo.

Hermanísima, ya recuperada, volvió al ataque y fue ella la encargada de poner a supersobrino el traje de Alaska que se recomendaba para resistir los 12 grados de Madrid y, por supuesto, quitárselo para ponerlo en el carseat, minutos después. De modo totalmente misterioso, consiguió en el interim llegar a los cajeros y resolver la parte administrativa antes que cualquier otro visitante. Hubo quien ni se dio cuenta de que había abandonado el grupo

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Bien D. Francisco! tu relato me ha llevado virtualmente al aeropuerto. Hasta he visto esa peculiar sonrisa de hermanísima.

Nuestra bienvenida para Elvira y Jorge y muy especial para el pequeño Jaime.

Jorgessss, No olvides la raqueta que tenemos que seguir rompiendo estadísticas.

Un beso Titos Pepe y Manoli.

José Miguel Díaz dijo...

¡¡Genial!! Jaimito "pisa" suelo español. ¡¡Qué ganas de veros a todos!!
Un abrazo

Anónimo dijo...

Titon, ¿todavía no te has enterado que la Real Academina ha cambiado el diminutivo de Jaime por pequeño Jaime? Además es de obligado cumplimiento.
Saludos, JMD.