jueves, 3 de enero de 2013

Asesora de compras

Paula Romani
El hecho de disfrutar al salir de compras y de dejarse llevar, en ocasiones más allá de lo recomendable, por la inercia de gastar, al contrario de lo que pueda parecer, no convierte necesariamente al afectado por esa adicción en un buen asesor de compras. Además del gusto por las tiendas, imprescindible para conocer el estilo de la mercancía de cada una de ellas, se precisan una serie de requisitos, esenciales para ser capaz de orientar con criterio a otros.

1. Buen gusto: Lógicamente y por descontado. Si a los demás no les parece bien lo que llevas puesto, nunca te pedirán que les acompañes a comprarse algo para ellos. Es aplicable el refrán de "sobre gustos, colores" y hay que tener en cuenta que nunca la opinión será unánime.

2. Conocer el carácter de la persona a la que se pretende asesorar: No se trata de disfrazarle sino de que adquiera algo elegante y acorde a su personalidad. Lo fácil es dejarse llevar por los gustos propios pero eso no funciona generalmente para el resto. Cada cual posee su propio estilo, aunque algunos aún no han descubierto el suyo y mientras lo deciden escogen curiosas combinaciones que, por desgracia para los videntes, distan años luz de cualquier canon estético. El caso es que vestir a un clásico con ropa deportiva, por mucho que se intente recalcar la comodidad de la misma, no va a conseguir que un dandy se encuentre naturalmente a gusto envuelto en unos trapos sueltos, con elásticos, y algo deformes, al menos comparados con las camisas casi almidonadas y los pantalones de pinza y raya marcada. Igualmente, encasquetarle un traje de chaqueta a un individuo nacido para lucir vaqueros no suele transformarle mágicamente en un elegante Cary Grant, sino en un completo mamarracho, sin encanto y fuera de lugar. Por supuesto los hay que lucen bien con todo, y aún mejor sin nada.

3. Saber qué tipo de prendas se adaptan mejor a la figura de cada uno. Esto requiere un aprendizaje, pero para eso existen los probadores. No todos los cuerpos son iguales y lo que le sienta bien a una persona delgada no suele ser lo ideal para otra más curvilínea. Hay que buscar cómo realzar los mejores rasgos y esconder los defectos. No se puede pretender destacar una cintura inexistente porque lo único que se conseguirá es llamar la atención sobre su falta. Tampoco hay que engañarse, ante un buen pecho y/o un buen trasero, a la mayoría de los hombres la cintura se la trae sin cuidado.

4. Escoger colores que realcen los rasgos, el color de la piel y del pelo de cada uno. Esto a veces supone ir en contra de los gustos del aconsejado pero, por mucho que a uno le atraigan los tonos salmón, maquillaje y crema, si se es pálido, cual vampiro amelánico, los matices de estas gamas no son precisamente los más recomendables. Además es fundamental tener en cuenta la ocasión en la que se van a lucir. Ir de rojo rabioso a un funeral es tan poco apropiado como de blanco, marfil o de luto estricto, a una boda.

5. Fuerza de voluntad: Éste es el que más cuesta y en el que más se fracasa. Ir de compras es peligroso, muy, muy peligroso. La tentación está ahí, se exhibe irresistible, delante de tus narices, hábilmente colgada de una percha y con un suculento descuento. ¡Es tan fácil caer en ella y acabar comprando para uno mismo! Se olvida el presupuesto e incluso el objetivo inicial de simplemente acompañar al otro a escoger algo "para ella". Repetir a modo de mantra la frase de "hoy no soy el protagonista" ayuda a asumir esa idea.

6. Una cuenta corriente saneada y una tarjeta de crédito con saldo disponible (esta cláusula es necesaria en el más que probable caso de que se malogre el punto 5).  En ocasiones, el probarse un magnífico vestido, fuera del rango de una en esta vida y en todas las futuras, lejos de provocar frustración lo que origina es una pequeña, o inmensa, satisfacción, simplemente por la admiración que despierta la propia imagen ataviada de esa maravillosa guisa. El problema es que, a veces, esa satisfacción vence cualquier reticencia inducida por su disparatado precio.

7. Paciencia (infinita paciencia): Quizás éste sea el requisito principal para evitar que, en determinados casos, el asesoramiento se convierta en un castigo. No a todo el mundo le basta con un vistazo rápido para hacerse a la idea de si lo que hay es, o no, de su agrado. Puede resultar absolutamente desesperante pasarse hora tras hora frente a su indecisión, y hasta causa cierto sentimiento de culpabilidad el salir de un comercio, que se ha revuelto de arriba a abajo bajo la educada sonrisa de la pobre dependiente, con las manos vacías.

8. Sinceridad: la franqueza es indispensable, aunque a veces resulte violenta. Declarar que algo es de dudosa calidad, o simplemente estrafalario, delante de la sonriente dependienta de turno no suele grajear la simpatía de ésta. Afirmar que la prenda de la que tu amiga se ha enamorado no le corresponde puede resultar traumático y se corre el riesgo de romperle el corazón (hay que hacerlo con sutileza pero es vital hacerlo ¿Qué buena amiga que se precie de verdad le permitiría salir hecha un auténtico adefesio sin avisarla?).

9. Sentido del humor: Debería de ser obligatorio para todo, hasta para visitar el infierno. Si no se va dispuesta a disfrutar y a pasárselo bien, mejor quedarse en casa, que ya hay demasiados amargados sueltos por el mundo. El visitar algún sitio extravagante puede resultar interesante y sorprendente: descubrir es aprender y la sabiduría siempre es buena.

Han Yajuan
10. Disposición y diligencia:  En ocasiones, la manta de pereza nos aplasta con toda la fuerza de su peso, gris y melancólico. Si el plan consiste en acompañar una querida amiga ¿cómo no va a resultar apetecible? Las ganas están ahí y, aún así, se requiere un cierto esfuerzo para ponerse en marcha (a veces ingente, especialmente si el rigor del clima se alía a la maldita pereza). Si se vence, desaparece y sólo queda gozar al máximo de la ligera libertad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estoy completamente conforme...aunque también hay que tener en cuenta que a todo el mundo no le gusta ir de compras...pero es mejor ir con alguien capaz de ayudarte cuando no hay mas remedio...
Sole