viernes, 4 de enero de 2013

La isla del Tesoro: de Holbein a Hockney

Una de las mejores cosas que tiene Madrid es su inmensa oferta cultural. Hay planes para todos los gustos y el único problema es enterarse de todos ellos y dar abasto para visitar todo lo interesante, porque no sólo se requiere el tiempo de la visita sino también el del desplazamiento, y eso, en esta ciudad, no es algo desdeñable.

Afortunadamente, de un modo u otro, ya sea directa o indirectamente, la información sobre los eventos que merecen la pena me suele llegar (y si no lo hace no me entero, la lástima es cuando lo descubro a posteriori). En este caso se lo debo a una de mis amigas. Me comentó recientemente que pensaba ir a visitar la Exposición de la Fundación Juan March, a la que le tengo especial cariño porque estaba al lado de nuestra antigua casa y solía pasearme por sus salas con relativa frecuencia. Me interesé por ello y me apunté. Finalmente su plan se pospuso pero yo seguí con el mío. Tras visitar la página web, y en vista de todo lo que abarca, opté por intentar la visita guiada. He llegado con tiempo, he visitado la exposición por mi cuenta, me he apuntado a repetirla con la guía y, finalmente, eso he hecho (al tiempo que tomaba apuntes como una desesperada, con un boli que sólo escribía a ratos, para dejarlos aquí para el que le apetezca ir y no pueda hacerlo con guía). Además he podido relacionar paseos anteriores con la explicaciones, lo que ha sido un aliciente.

El nombre de la Isla del Tesoro hace referencia a que el Arte de las Islas Británicas es aún bastante desconocido. En esta exhibición pretenden subsanar este fallo y hacen un recorrido desde el S XVI hasta la época contemporánea, con un especial énfasis en sus artistas y en los géneros más representativos. La exposición se divide en siete amplios periodos.

La primera sala, "Destrucción y Reforma", abarca desde el año 1520 hasta el 1620. Es la era de los Tudor, cuya monarquía absolutista se esfuerza por sacar a Inglaterra de la oscuridad de la Edad Media. Uno de los medios de los que se valen para lograr su objetivo es el arte, con el que además pretenden divulgar una imagen poderosa de la dinastía. No hay que olvidar que Enrique VIII, para casarse con Ana Bolena rompe con la católica iglesia de Roma que no le permitía separarse de su esposa, Catalina de Aragón. Inglaterra se convierte con ello en un refugio para los artistas protestantes europeos que huyen de la persecución religiosa Europea. Entre ellos se encuentra Holbein, que es el que se encarga de introducir el Renacimiento en la atrasada Inglaterra. Al mismo tiempo la Reforma también influye en la temática de los cuadros: lo religioso queda proscrito (y de hecho se destruyen obras ya existente), lo mitológico no tiene tirón y se recurre al retrato. Holbein muestra su maestría en ese género con retratos fieles al modelo, con contornos nítidos y un dominio del óleo que se muestra en la transparencia de la piel. Son esos retratos los que darán origen a la tradición de las miniaturas. En el retrato isabelino se presta gran atención a los detalles de los vestidos, que indican la clase social del individuo, ya que sólo a los nobles les está permitido lucir sedas, terciopelos, brocados y perlas. Los contornos son precisos, aunque las formas carecen de volúmenes y los fondos son neutros.

El segundo periodo corresponde a "La Revolución del Barroco". El rey es Carlos I, un Estuardo, hijo de Jacobo I de Inglaterra y VI de Escocia (e hijo de María Estuardo, al que dio a luz, acosada por sus enemigos, en una diminuta habitación del Castillo de Edinburgh en el que se había visto obligada a refugiarse). La figura clave es Anthony van Dyck, afincado en Londres en 1632, que lleva a Inglaterra una pintura más sofisticada, con aires a Tiziano. El retrato, como el que se exhibe de la reina Henrieta María de Francia, esposa de Carlos I, es más teatral y dramático: la figura no está de frente sino ligeramente girada, el rostro es más expresivo y los ojos miran al espectador, los colores son fríos con un gran énfasis en la luz. En estas obras se refleja la cultura cortesana de la época y se incorporan los paisajes al fondo de las mismas.

En el S. XVIII Londres se ha convertido en la ciudad más grande del mundo y su gran actividad económica, a nivel mundial, se traduce en una intensa vida cultural. Entramos en la tercera sección de la exposición: "Sociedad y Sátira". Una obra de Canaletto revela cómo se produce este cambio. Con su característico estilo arquitectónico muestra el Gran Paseo de los famosos Jardines Vauxhall, en los que se centraba parte de la vida social y cultural tanto diurna como nocturna. El paseo está flanqueado por edificios en los que los artistas ingleses del momento organizan exposiciones para dar a conocer su obra (un modo alternativo de difundirla). La escuela pictórica inglesa adquiere relevancia propia. En 1798 se funda la Royal Academy de Londres, siendo Joshua Reynolds su primer presidente.
En esta sala destacan los retratistas Gainsborough, Ramsay, el propio Reynolds, y Hoppner, que transforman el retrato fiel del Renacimiento en un retrato idealizado, ajustado a los cánones de belleza del momento. En contraposición a lo académico surge la Sátira. Sus miembros defienden que esas bonitas representaciones no se corresponden con el carácter inglés y las definen como afrancesadas. Relatan problemas sociales con ilustraciones y sus obras, llenas de sarcasmo, exhiben retratos caricaturescos y burlas de los males de la época: desde la gota de los ricos, por el consumo excesivo de vino y carne, hasta la famosa escalera de caracol de la Academia, tan estrecha y empinada que es causa directa de no pocos accidentes y que, además, era la razón por la que el obeso rey no podía asistir a las inauguraciones académicas, ya que era incapaz de trepar por ella.

El paisaje, que formaba parte del fondo de los retratos, gana autonomía y protagonismo. A él se dedica la cuarta sección: "Paisajes de la mente". Surgen dos corrientes artísticas: el Neoclasicismo y el Romanticismo. El máximo exponente del neoclasicismo es el francés Claudio de Lorena, cuyo imitador inglés es Richard Wilson. Pintan una naturaleza idealizada y perfecta, amable, y también inexistente, de luces armónicas y con restos de antiguas ruinas. Los románticos, en las figuras de Turner (que anticipa el impresionismo),  Constable y John Martin, por el contrario, buscan el contacto directo con el aire libre. Constable concede gran importancia a las nubes a través de las cuales se filtra la luz que ilumina, separa, crea y define los distintos planos, al tiempo que representa con ella la divinidad invisible. En John Martin la naturaleza es grandiosa, con cielos inmensos e inabarcables y los humanos no son más que accidentes sin relevancia ni identidad dentro de la obra. La oposición hacia los academicistas continúa con artistas como James Barry y el espiritual William Blake.

En la era victoriana Inglaterra vive una época de esplendor que impulsa el avance del arte y la construcción de Museos. La Gran Exposición de 1851, celebrada en el magnífico Palacio de Cristal de Hyde Park, cuya estructura despertó no sólo la admiración, sino también el deseo de emularla entre los arquitectos del resto de Europa, se convirtió en el mejor escaparate de Inglaterra. Es la quinta fase de la exposición: "Realismo y Reacción". En 1848, también como oposición a los Neoclásicos, surgen la Hermandad de los Prerrafaelitas, con temas inspirados en leyendas artúricas, tragedias, romances y poemas medievales. Además de por los temas, su misteriosa pintura, entre el sueño y el cuento, se caracteriza por el uso de colores vivos y brillantes, típicos de los maestros italianos anteriores a Rafael, de ahí la denominación. Se recrean en la belleza y plasman cada objeto, independientemente del plano en el que se encuentre y de su relevancia dentro de la obra, con exhaustivo detalle.

El genial pintor americano, John Singer Sargent, fue el encargado de llevar las técnicas impresionistas a Gran Bretaña. Junto con Sorolla se convirtió en uno de los retratistas más buscados del S. XIX. Su retrato de las hermanas Asher, según regresan de un baile, avala su merecida fama: la expresión de felicidad en sus rostros, su directa mirada, la naturalidad de su postura en la que queda patente el vínculo que las une, los trazos abocetados que reproducen a la perfección la textura y el brillo del raso blanco del vestido de una en contraste con la pincelada más densa y pareja de la pesada caída de los pliegues del terciopelo rojo de la otra. Una auténtica maravilla.  Whistler, cuya obra Nocturno decora el fantástico e ilustrativo folleto de la exposición, muestra la influencia del paisaje impresionista francés en sus cuadros. Es un adelantado a su época, que incluso roza la abstracción. Su fin es el arte por el arte, la belleza por la belleza, y se vale de colores y luces para plasmar en el lienzo el efecto que desea. Establece un paralelismo entre música y pintura. Considera ambas como una armonía tonal, una de sonidos y otra de colores, y por eso sus obras poseen títulos como el de este Nocturno, válido tanto para una composición pictórica como musical.

"Modernidad y Tradición": En el S XX Gran Bretaña se une a la vanguardia del resto de Europa en su búsqueda por la abstracción, ya sea a través del color o de la geometría de las formas. Hay una atracción por lo industrial, el ferrocarril, la clase media. Surge una corriente inglesa propia, el Vorticismo, en la que se fusionan el cubismo de Picasso y Braque, con el futurismo de Marinetti. El comienzo de la 1ª Guerra Mundial le pone fin casi de cuajo, tras una breve vida de sólo 3 años, al enviar al frente a sus miembros. Unos van alistados y otros como pintores de guerra, en ambos casos la evolución de la pintura se interrumpe ya que la guerra concede poca libertad en los temas, en la experimentación y en el día a día. En el periodo de entreguerras la vanguardia florece y en 1933 surge Unit One, una miscelánea de artistas con estilos muy diferentes que se unen en su deseo de introducir en Gran Bretaña el arte moderno Europeo, en cualquiera de sus múltiples concepciones, tanto previas como posteriores a la Gran Guerra. En 1939, con la 2ª Guerra Mundial se truncan la labor del grupo y sus esperanzas.

La última sección de la exposición se titula: "Un mundo feliz". Ha terminado la 2ª Guerra Mundial. Las tendencias predominantes son el conceptualismo y el Pop-art, con la representación de un estado de bienestar, consumista y hedonista, del cual Hockney es su máximo exponente. El arte británico alcanza reconocimiento internacional. Como oposición a la abstracción y el minimalismo que domina al resto de los artistas, Auerbach, Bacon, Kitaj y Lucien Freud forman la Escuela de Londres y trabajan con el arte figurativo y la figura humana. Peter Blake lleva el collage al Pop-art, desde su portada de Sergeant Pepper para los Beatles, para la que tuvo que realizar un montaje previo a tamaño real con las 70 fotografías que componen el fondo, a su Muro del Amor: una preciosa y romántica selección de estampas, cromos y fotografías dignas del mejor San Valentín. El arte evoluciona hasta hacerse óptico, busca crear ilusiones cinéticas e incluso genera un leve mareo al hacer navegar al espectador sobre el  juego plasmado en el lienzo. Es el Op Art, con el ejemplo de la impresionante Catarata de Bridget Riley en la que las líneas fluyen y ondulan al seguirlas (no se puede reproducir, hay que sentirlo en directo). Para terminar, es interesante bajar al sótano donde hay una gran escultura de pared en la que Thomas Cragg, en su Great Britain seen from the North de 1981, anuncia el cambio que está en marcha en Gran Bretaña.


En resumen una exposición preciosa, variada y muy didáctica. Merece la pena. Aunque las obras con las que he ilustrado el post no sean las más representativas, son las que más me han gustado (difícil escoger entre los prerrafaelitas: Dante Gabriel Rossetti, Burne-Jones, Frederick Leighton, John Everett Millais, uno de los fundadores de la Hermandad pero que luego se volcó en otros temas, y además, en la misma sección, Sargent, que no sólo bebe de fuentes impresionistas sino también velazquianas por lo que es mucho Sargent). Lo mejor es disfrutarlas todas y cada una de ellas en vivo y en directo.

Seguro que el vídeo de la exposición (que os dejo a continuación) os resulta más entretenido que toda mi disertación.




3 comentarios:

Comas dijo...

Gracias, tengo que subir varios días a Madrid, aprovecharé para verla. Tambien os sugiero , ya de paso la de Louise de Bourgeois en la Casa Encendida.

Apiciu dijo...

Tal vez vaya el 20, pero no lo tengo muy seguro, así que no me dará tiempo de visitar esta muestra, pero el paseo que he dado por su escrito se ve muy recomendable la visita.
Que pase buen día a pesar del gobierno.
Saludos

el tito Paco dijo...

Excelente presentación, muchas gracias.