domingo, 7 de abril de 2013

Sylvia Plath: The bed book (ilustrado por Quentin Blake)

¿Dónde se escriben los sueños? En los pliegues de las sabanas. Al despertar se queda grabada en ellas una parte de la historia. En esa fase de duermevela, al acariciar el relieve de la tela y detener sobre él los dedos, se puede leer de nuevo. Luego se estiran y se olvidan, aunque a veces queda una arruga marcada en la cara, una huella rebelde que los delata.

Mi abuela paterna lo llamaba el cine de las sábanas blancas (aunque fuesen estampadas). No siempre nos convencía con aquel argumento. Si nos hubiese leído el libro de Sylvia Plath no habríamos tenido problemas para irnos a la cama, impacientes por descubrir las aventuras a las que nos conduciría cada noche.

Está extraído de la página de Brainpickings (tal y como lo publican en el enlace que os dejo). No sé si el que ya lo hayan publicado en una página abierta de Internet me permite hacerlo a mí también, en caso de que no sea así tendría que quitarlo, pero supongo que sí que podría dejar el texto de la traducción. Las imágenes corresponden a la edición de Faber&Faber de Londres de 1976 (descatalogada) y el que lo desee la puede encontrar de segunda mano por Iberlibro (a mejor precio que en Amazon).  La reedición más moderna del libro no contiene las ilustraciones de Quentin Blake sino otras distintas (y también muy bonitas). 


Aquí dejo la  versión traducida (con alguna licencia) para el que le quiera contar un cuento de buenas noches a los niños. 



Hay camas de cualquier tamaño
sencillas o dobles
cuna o moisés
de matrimonio o nido.
La mayoría son camas
para dormir y descansar
pero las mejores camas
interesan mucho más.
No es sólo una blanca cunita
con sábanas remetidas
de ¡buenas noches chiquita!
apaga la luz de tu camita.
En su lugar,
es una cama para pescar
una cama para gatos
una cama para acróbatas.
La cama adecuada,
si entendéis lo que digo,
es una cama que puede
convertirse en submarino.
Pica el agua
verde y clara,
brillante y de plata
como una caballa.
O es una cama cohete
con la que visitar Marte
con alas de redes
para capturar estrellas.
Si te entra el hambre
en medio de la noche
una cama bar
es buena para saciarte.
Con una almohada de pan
que mordisquear,
y en lugar del cabecero
una expendedora
que no precise monedas.
Con meter el dedo
en la ranura
salen pasteles y pollo frío.
Otra cama ideal
es el tipo de cama
que se puede manchar.
Con mantas embadurnadas
de negro, de azul y de rosa
nadie notará
si se ha volcado la tinta
o si los perros y el gato
y también el periquito
han bailado por la colcha
con sus patitas de barro.
En una cama para manchar
nunca importa
dónde cae la mermelada
o si salpica pintura.
Por otro lado
si uno desea es moverse,
un tanque de litera
es lo que se recomienda.
Una litera tiene manivelas,
ruedas, engranajes
y palancas de las que tirar
si se atasca en una ciénaga.
Un tanque litera
pisotea,
atraviesa estanques de patos
o adoquines de aceras.
Se está cómodo en su interior
incluso con nieve o granizo.
Hay de todo en la litera
excepto velas para navegar.
Una cama más tranquila
es más el tipo de cama
que adoran los naturalistas.
Es un tipo de hamaca
que cuelga entre dos troncos
y en la que columpiarse a gusto
en medio de las ramas,
y contar cada pájaro
gorrión, petirrojo o grajo,
para registrar su nombre
en el libro de los nombres.
Alrededor de la hamaca
cuelgan falsos nidos de paja
hechos para ruiseñores, saltadores
y gigantes guacamayas.
Los pájaros en bandada
(si no me equivoco)
te robarán cerezas y bayas
y hasta tu bacon en trozos.
Por descontado,
ninguna de estas camas
es fácil de doblar,
agarrar y transportar.
Una cama de bolsillo
siempre resulta práctica.
Si estás de visita
en casa de tu tita
y afirma que es una pena
que no te puedas quedar
porque no tiene una cama extra,
puedes sacar tu camita
del tamaño de un guisante
y regarla con agua
hasta un tamaño aceptable.
Sí, una cama de bolsillo
funciona muy bien
pero ¿cómo saber?
¡oh! ¿cómo saber?
que no encogerá de nuevo,
en pleno sueño,
al tamaño de un guisante
Entonces ¿dónde acabarás?
Aquí hay una cama
que jamás encoge.
Es una cama bote
una cama que flota.
Con una cama elefante
vas donde te apetece
y puedes coger los plátanos
directamente del árbol.
Si los tigres saltan
al oírte estornudar
no podrán elevarse
sobre las rodillas del animal.
En una cama elefante
es donde viajan los reyes
y bajo su entoldado
es tan fresco como un lago.
Puedes subir por la trompa
y deslizarte en su cola.
Como todos saben
a los elefantes no les importa.
Si hace demasiado calor
hasta para los indígenas,
nada como una ducha
bajo la misma trompa.
Pero si el termómetro
marca grados bajo cero
un lecho en el Polo
es, sin duda, lo mejor.
Cálido como una tostada
bajo tres metros de nieve
cálido como la cama
de un esquimal.
Una cama en el Polo
está hecha de piel,
y está bien si eres
un explorador.
Y si sientes
la nariz congelada
dispone de una estufa
para calentarla.
¡Oh! ¿A quién le preocupa
el tamaño de la cama,
o si tiene bultos
o si es desigual?
Mientras sus muelles
sean flexibles y nuevos
desde una cama elástica
se salta al cielo.
Sobre las malvarrosas
¡hasta luego!
y sobre los buhos
al ulular.
Sobre la luna
a Timbuctú
con un impulso más fuerte
que el de los mismos canguros.
Para ver la cena de la Osa Mayor
e incluso quedarse
un par de semanas
entre sus estrellas.
Estas son las camas
para ti y para mí
estas son las camas
para irnos dormir.
Camas de bolsillo
y de aperitivos
tanques literas
y sobre lomos de elefantes.
Camas que vuelan
o que bucean,
camas elásticas
y camas para pintar.
Hamacas entre ramas
y refugios en el Polo,
cualquier tipo de cama
mientras sea
especial y extraña
y contenga sorpresas,
camas de diversas
medidas y formas
No sólo una blanca cunita
de sábanas remetidas.
Buenas noches chiquita.
Apaga la luz de tu camita.



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