miércoles, 1 de mayo de 2013

La leyenda de Flora por sobrinísima

El siguiente cuento es original de sobrinísima, palabra por palabra. Es un trabajo de lengua y me lo ha dejado para el blog. No es porque sea su tía pero me ha encantado: gracioso, imaginativo, visual y con una inocencia encantadora. Es un cuento de los que te dejan una sonrisa y te hacen soñar. Un cuento para disfrutar, que te mantiene intrigado y que, cuando se acaba, te hace desear volver al principio para saborearlo despacio. Gracias Inés. 

La leyenda de Flora
Hace mucho tiempo vivía una chica llamada Flora a la que le encantaba cantar en la orilla del río cuando iba a llenar su cántaro de agua. Sucedió que cierto día que una malvada bruja llamada Ámbar la oyó cantar y decidió que quería quedarse con la voz de la joven. Se acercó a ella, pero no como una bruja, claro; se transformó en una niña pequeña que hacía como que saltaba entre las piedrecitas del río. A Flora le parecía una monada de niña, pero de repente Ámbar tomó de nuevo su aspecto original y le arrebató la voz a la campesina. Después la bruja desapareció con un simple movimiento de su varita.

Al principio, Flora pensaba que se trataba de una horrible pesadilla y que a continuación despertaría de nuevo en su casa y todo volvería a ser como antes, pero después se dio cuenta de que no era así y estaba desolada; se había quedado muda y ya no podía hacer lo que más la gustaba en el mundo, cantar. Decidió irse a su casa y tranquilizarse un poco. Cuando llegó se tomó un vaso de leche calentita y se fue a la cama directamente. Ese había sido el peor día de su vida. La pobre Flora había perdido toda la Fe y cuando ya lo daba todo por perdido sucedió algo que cambiaría su vida para siempre, algo que la haría vivir la aventura de su vida.

Eran las doce de la madrugada más o menos cuando se presentó en su cuarto una pequeña criatura que le dijo que era un hada y que se llamaba Orquídea. Pues bien, Orquídea le explicó a Flora que tenía que realizar tres pruebas si quería llegar a los dominios de Ámbar y así luchar contra ella para recuperar su voz. Al amanecer ya estaban Flora y Orquídea listas para adentrarse en el viaje de sus vidas. Recorrieron los Bosques Tenebrosos hasta llegar a una ciudad abandonada donde Flora debía realizar las tres pruebas.

Alcanzaron el viejo torreón de lo que antes había sido un majestuoso palacio donde Orquídea le había dicho que habitaba Luz, la encargada de hacer las pruebas a los forasteros que se adentraban en su territorio. Luz era un duende de aspecto amigable con una amplia sonrisa y unos enormes ojos azules. Tras presentarse le formuló a Flora las pruebas que debía realizar: primero debía llevarle una flor que solo crecía en el Pantano de Arún, después debía llevarle un poco de savia de cactus y por último un frasco de baba de trol.

Luz les dijo a las dos viajantes que tenían tan solo siete días para encontrar todos esos ingredientes. Flora y Orquídea se pusieron en marcha en seguida y a los dos días ya habían llegado al Pantano de Arún donde con ayuda de Orquídea, Flora pudo conseguir la flor sin ahogarse en las arenas movedizas que conformaban el pantano. Tardaron dos días más en llegar hasta el desierto donde cogieron la savia de cactus. Lo que más les costó a nuestras dos aventureras fue adquirir la baba de trol porque era una misión bastante peligrosa. Decidieron esperar a que la criatura se durmiera y entonces llenaron el frasco con el codiciado líquido.

Una vez que ya tenían todos los ingredientes decidieron volver a entregárselos a Luz. Esta les dijo que habían llegado justo a tiempo pues ya habían pasado los siete días. Dicho esto mezcló todos los ingredientes y creó la poción con la que Flora viajaría hasta el castillo de Ámbar.

Flora sintió como se le revolvía el estómago mientras una nube de polvo verde la envolvía y la transportaba a aquel tétrico lugar montañoso y pantanoso que conformaba los dominios de Ámbar. La bruja se presentó con su habitual vestido negro y sus pérfidos ojos morados la miraban intensamente. Flora no dudó un instante que la bruja ya sabía por lo que estaba allí. Flora luchó contra Ámbar hasta que ya no se lo permitieron sus fuerzas. Hubo un momento en que pensaba que la pérfida bruja acabaría con ella pero de repente sintió como si algo en su interior la obligara a levantarse y a acabar con su enemiga, una fuerza que la llenaba de Fe y de confianza, la suficiente como para realizar un movimiento lo bastante rápido como para arrebatarle la varita a su adversaria y terminar con ella.

En ese instante una nube mágica envolvió aquel territorio asediado por el miedo y absorbido por las tinieblas e hizo que se convirtiera en un lugar verdaderamente hermoso y en el que se podía vivir en paz y armonía. Esa nube también transportó a Flora a su casa donde durmió como un lirón.

A la mañana siguiente bostezó y al principio no se lo podía creer pero unos segundos después ya estaba dando brincos de alegría por toda su cabaña, había recuperado su voz y era lo único que le importaba. Flora nunca se olvidó de todas las criaturas mágicas que había conocido durante los últimos días, vivió muy feliz toda su vida y nunca dejó de cantar.

Esta leyenda me la contaron los aldeanos que vivían en el pequeño pueblo de Alaín cuando viajé por aquellas tierras hace ya muchos años. Todavía se la cuento a mis nietos y espero que así pase de generación en generación pues los que luchan por aquello que aman conseguirán hacer lo que se propongan y el bien siempre triunfará sobre el mal
FIN

2 comentarios:

Señora dijo...

¡Qué bien! Es una historia muy imaginitiva con una buena dosis de ingenuidad que le da ese carácter tan infantil, propio de un cuento. Me ha gustado mucho y animo a la autora a seguir emulando a su tita y sorprendiéndonos a menudo con más narraciones.
Muchos besos.

Elvis dijo...

Que historia tan bonita y tan bien escrita, es divertida, fresca, ligera pero con una buena historia de fondo. Enhorabuena a sobrinísima!