jueves, 20 de marzo de 2014

Primavera

Recuerdo la llegada de la primavera del año pasado... ¿Cómo olvidarla? El invierno se prolongó, pretendió pasar desapercibido disfrazado de inestabilidad climática pero su treta no engañó a nadie. Su persistencia se asemejó al retorno a una nueva glaciación. Las flores, incapaces de romper la capa de tierra helada, se congelaban en el interior de sus semillas. Los árboles no osaban revestirse de hojas ante el riesgo de que el frío, la lluvia, la escarcha y el viento se las arrancasen sin miramientos, sin preocuparles el hecho de que ya existiese un otoño encargado de hacerlo en su momento.

A las puertas del verano terminó el más largo de los inviernos, tras robarle el tiempo a su sucesora natural. Sin embargo el mundo la esperaba impaciente y se ofreció a ella con los brazos abiertos. La primavera no defraudó y explotó con ganas de satisfacer a todos sus incondicionales. De un día para otro las flores reventaron a la vez, las copas se irguieron frondosas con las ramas cubiertas de hojas grandes, tersas, de un color verde concentrado y vibrante. No quedó ni un resquicio de madera sin cubrir. Los cambios eran tan rápidos que, en sólo unas horas, el paisaje se había olvidado del mortecino invierno para precipitarse con entusiasmo hacia la nueva estación.

Este año la primavera no está dispuesta a dejarse avasallar y se ha vengado de su viejo predecesor. Se ha infiltrado en el mundo con timidez, junto con los rayos de sol que marcan el fin del invierno. Su avance es sigiloso: troncos más brillantes, menos opacos y rugosos, unas yemas marrones escondidas entre las ramas grises y el atisbo de las primeras hojas, pequeñas y de un tono verde pálido, en las plantas más audaces. Hay árboles retraídos, obstinados en permanecer enclavados en el invierno, que conviven al lado de otros, de su misma especie, mucho más lanzados. Al contemplar los primeros entran ganas de sacarlos de su letargo, sacudirlos para que se enteren de lo que sucede y se espabilen. Los prunos, los almendros, los cerezos se han cuajado de flores y exhiben ramilletes rosas, como el amanecer, o blancos, como copos de nieve. Entre los pétalos apretados andarán perdidas sus hojas, las he buscado pero aún no las he encontrado. Igual que un arroyo al inicio del deshielo, en el aire, bajo el suelo, la vida renace y fluye de nuevo.

4 comentarios:

Manuel Márquez dijo...

Hola, Sol, buenos días; pues sí, parece que la primavera de este año planta sus reales sin dejarse amedrentar. Bien está que así sea, un respeto al orden natural, faltaría...

Un abrazo y hasta pronto.

Señora dijo...

Es verdad que este año la primavera ha hecho acto de presencia con todo su esplendor, en contraste con otros años y otros lugares. A mi llegadaa de Tejas y solo en el trayecto del aeropuerto a casa pude darme cuenta de la fuerza con la que se dejaba ver. Allí las praderas del entorno de Dallas todavía estaban grises de los últimos hielos y los encinares cercanos a San Antonio seguían en su oscuridad monótona, sin esos verdes tiernos de la hierba o de otras variedades arbóreas. Es verdad que en un par de semanas los blue bonnets, tan lucidos y originales, llenarán aquellas enormes extensiones de terreno, presentando una imagen totalmente única, pero esta vez no tendré ocasión ya de disfrutarlos. Sin embargo, llegar aquí y encontrar está naturaleza ya en marcha, apuntando y ofreciendo tantos matices atractivos, ha sido un recibimiento muy de agradecer.

elvis dijo...

Hay mucha gente que echa de menos las estaciones cuando va a un país tipo Brasil, donde se pasa de la época de lluvias a la seca, con un contraste mínimo de temperaturas. En mi caso, si el cambio es para alargar las estaciones cálidas y no pasar por la fría (salvo viaje familiar) creo que es de lo más agradable. A veces veo el paisaje siempre verde y frondoso y pienso en los colores de la tierra española, pero se trata de una nostalgia de recuerdos, no de temperaturas.

Besos

Carmen dijo...

Aquí la primavera es rarísima: un día te asas, al siguiente te congelas...menos mal que hay momentos de tregua y se disfruta también de esos días de sol y chaqueta que tanto me gustan. Un besazo desde San Antonio a todos los lectores.