sábado, 24 de febrero de 2018

¿Reventar?

El otro día, una de mis pacientes de Rendu me preguntó preocupada: ¿Qué será de nosotros si la reventamos? El motivo de su preocupación es que esa mañana la consulta había sido algo más caótica de lo habitual, hubo un rato tranquilo, pero solo fue el presagio de la tempestad.

Llegué al hospital avisada de que ese día vendrían 4 pacientes de Rendu, algo muy llevadero; a eso hay que sumar urgencias, recomendados y algún paciente extra, de mis habituales, que vienen a mi puerta porque ya saben que no sé decir no. Vi con calma las urgencias de primera hora y en el ínterin me llamaron otros tres Rendu para preguntar si podría atenderles. Durante un rato, esperé a que llegaran, cosa que hicieron todos a la vez. El truco para atenderlos cuando eso sucede es alternarlos: pongo algodón con anestesia a todo el mundo, y mientras a los últimos les hace efecto, empiezo a pinchar a la primera víctima de turno, que dará el relevo al siguiente mientras la segunda tanda de anestesia surte efecto. Durante la espera, hacen corrillo, se conocen y se ponen al día.

El problema surgió cuando el miembro más joven de una familia se mareó. ¿Cómo alternar enfermos con alguien tirado en la camilla? En ese estado no podía mandarlo a la sala de espera. ¿Cómo decirle a su padre que saliese dejándolo así? Sin embargo, había que seguir y no disponía de más hueco donde meterme.

Aproveché la buena relación entre los pacientes para llevar la tertulia al interior de la consulta. Durante un rato, aquello se asemejó bastante al camarote de los hermanos Marx, el único que no hablaba era el joven de la camilla. De vez en cuando, me tocaba intervenir e interrumpir la conversación para secuestrar e infiltrar a alguno de los interlocutores. El único aderezo que faltaba era que subiese alguna urgencia y, ya puestos, ¿por qué no hacer una película redonda? Aún así, los pobres extras se quedaron en la sala de espera.

A pesar de los temores de mi paciente, no reventé. No obstante, unos días más tarde el destino decidió comprobar mi resistencia y se empeñó en demostrarme que todo es susceptible de empeorar. ¿Un día malo? ¡Ja!

Las mañanas de urgencias son las mejores para hacer cosas fuera de programa, las que tengo copadas con los Rendu dan poco más de sí y siempre viene bien un día extra de busca para repartir la carga. Sin embargo, esa mañana las cosas se torcieron desde el principio. A las enfermeras se les complicó la prueba de primera hora y eso atascó el resto de las consultas. Cuando la situación parecía que iba a remontar, una de las curas se puso a sangrar y se mareó; el problema de las especialidades es que las generalidades de la medicina se pierden en el proceso de la especialización y salvo tumbar al mareado y levantarle los pies, poco más sabemos hacer. Las enfermeras son de gran ayuda, le cogieron una vía y le pasaron un suero, pero al no mejorar con esos primeros auxilios, hubo que trasladarle a urgencias. En ese tiempo, que no fue corto, el resto de la actividad se bloqueó sin remedio.

Los pacientes se acumularon, las pruebas también. En la sala de espera se respiraba la tensión (a veces es una suerte ir sin aliento). El que varios guardias civiles custodiaran a un preso en la sala seguramente sirvió para que nadie estallara, aunque los presos también alteran la dinámica de la consulta.

La mañana de busca se conoce más oficialmente como de imprevistos, y nunca hizo más honor al apelativo que ese día. No solo se complicó todo lo complicable, sino que, por supuesto, aparecieron los pacientes previstos y las urgencias (que entran dentro de la previsión) y también surgieron esos imprevistos que le dan nombre, casos que requerían tiempo y en los momentos de mayor agobio. Mi pobre madre pasó por allí a saludarme cuando terminó de hacerse la prueba que tenía citada y se marchó después de enviarme un beso, ni siquiera me avisó antes por si la acompañaba, es consciente de que me gustaría hacerlo, pero la única manera de pasar un rato con mi familia en la consulta es si soy la médico que debe atenderlos.

9 comentarios:

Luisa-María Botella dijo...

¡Que suerte tengo de haber encontrado una persona excepcional como tú!
¡Eres algo más que una estupenda profesional! ¡Eres la héroe valiente y PERSONA con mayúsculas del Rendu!

Molina de Tirso dijo...

Una explosión idealizada en la imagen y un texto algo más realista. Me encantan los buenos profesionales y la gente con una vocación.
Gracias por el relato

Carmen dijo...

Pobre, esos días no los envidio en absoluto y mucho menos después de haberlos vivido en primera persona.

Sol Elarien dijo...

A veces estoy convencida de que lo mío tiene un nombre en psiquiatría, y dudo que sea "excepcional", por si acaso no lo consulto (soy como esos enfermos que prefieren no saber que están enfermos). Cuando el día se presenta así, es muy agobiante, piensas en lo que tienen que esperar los pacientes porque no se puede ir más rápido y no sabes cómo arreglarlo, cómo dar de sí. Llevo muy, muy mal el hacer esperar a la gente, ¡fatal!
Muchos besos.

Soraya dijo...

Querida Sol, pienso lo mismo que Luisa. Eres extraordinaria.
No te tienes que preocupar por el tiempo que tenemos que esperar para que nos atiendas, muchos llevamos casi la mitad de nuestra vida esperando encontrar un otorrino cómo tu.
Yo también me he hecho esa pregunta muchas veces, cuando leo tus relatos y no tengo respuesta para ello,así que
por favor, cuidate mucho y no tengas ni un ápice de preocupación con respecto a ese tema.
Un abrazo
Soraya

Chelo dijo...

Nunca reventarás porque haces lo que te gusta, por eso no sabes decir NO (aquí al otro lado, otra que no sabe).
Me encantan estas historias reales, es la vida misma y los problemas de personas que confían en ti.
Un beso, Sol.

Presidente dijo...

De verdad que eres única, no conozco persona que se eche más piedras a su tejado, y pueda con todo eres digna de admirar ya te lo he dicho muchas veces.
Estoy totalmente de acuerdo con Luisa eres la reina, la Diosa, eres todo lo más importante que pueda haber de verdad.
Lo único que nos va a tocar a nosotros es que cuando estés malita te cuidemos tan bien como tú haces por nosotros 😘😘😘😘

Sol Elarien dijo...

Gracias Alejandro, pero los dioses son seres lejanos y altivos y yo no quiero ser así, solo pretendo que mis pacientes mejoren (no es una aspiración pequeña) y que, además, se sientan cómodos conmigo. Muchos besos

Presidente dijo...

Pues has conseguido todo por ser como eres muchos besos 😘 😘